sábado, 23 de julio de 2011

EL ENMANTILLADO DE MATARUCA




Autor: Hernán Blanco

Suele decirse que quien nace enmantíllado es una persona que ve muertos hasta en la sopa. Este es el caso de Celio Bolívar, quien nació en la Vela, y cuyos padres eran: Virginia Bolívar y Guadalupe Hernández. Tiene muchos años residenciado en Mataruca y está casado con la señora Juana Medina de Bolívar.  
Celio, como vendedor de leche era un caminante de la oscuridad, siempre tenía que salir de noche o por la madrugada a buscar la leche que tenía que llevar a Coro, unas veces iba acompañado, otras  veces sólo con su burro o con algún perro. Cuando el sol se ocultaba, Celio tenía sus encuentros con seres del más allá: Espantos, fantasmas, aparecidos, duendes, les dice la gente. Según Celio los hay de dos tipos buenos y malos. Cuando el espanto sale vestido de negro es malo y vestido de blanco es bueno. Afirma no tenerles miedo porque toda su vida los ha estado viendo.  
Estas fueron algunas de las experiencias que pudo recordar para contármelas: En una ocasión iba en un carro con otro señor a buscar leche a Las Dos Bocas, sucedió que cuando estaban pasando por un lugar conocido como el Cachimbo, se detuvieron asombrados al ver en la carretera algo semejante a una culebra que la atravesaba largo a largo. Aquella cosa que se movía tan lentamente que parecía no terminar de pasar. Celio le dijo al conductor que estaba bastante asustado, que le pasara por encima. Así lo hizo. Grande fue la sorpresa de los dos cuando voltearon. Lo que era, estaba intacta y se seguía moviendo. Aquel chofer no le quedó más remedio que meter chancleta a fondo para pasar el susto. 
Otra madrugada, iba con su burro y un perro para La Vela a llevar una encomienda, cuando se estaba acercando al puente viejo, vio venir hacia él, un soldado con todo sus implementos militares, cuando estaba a dos metros de distancia el perro dio un salto y se subió en el burro aullando. Esta vez el asustado fue el perro. 
Otro día a las cuatro de la mañana viniendo de El Tigral, cuando se aproximaba al sitio conocido como la quebrada de El León o el puentecito, escuchó un ruido que le pareció como si vaciaran monedas en una lata, él se detuvo receloso a ver si veía a alguien salir de aquella oscuridad. Al rato vio salir una figura con vestimenta de soldado en un caballo, que relumbraba y todos sus aperos eran muy llamativos. Aquel jinete, arreó su caballo y se desapareció en la oscuridad de la noche. En ese sitio oyó decir que había plata enterrada. 
Un día que pasaba por uno de esos caminos que transitaba, con frecuencia se topo con un hueco que por sus características le llamó la atención. A él se le ocurrió pensar en aquel momento que ese hueco había sido hecho por alguien que estuvo sacando un entierro.   
Por ese tiempo había conocido en La Vela a un señor de Barquisimeto que tenía un detector de metales. A este señor le comentó lo del hueco misterioso que había visto, donde creía estar seguro, había dinero enterrado. Así fue como con otros dos, más se entusiasmaron para ir a buscar el supuesto tesoro enterrado. Estando en el sitio como a las nueve de la noche, dos se quedaron vigilando en el camino, y Celio con el barquisimetano se dirigieron al hueco a tratar de localizar el entierro de la fortuna. Cuando estaban en pleno apogeo con el detector de metales, vio Celio venir la figura blanca de un hombre con unos perros igualmente blancos. Los perros se acercaron hasta donde estaba Celio y se le pusieron al lado, el señor de Barquisimeto cuando vio aquellos perros, comenzó a temblar de miedo y de allí salió disparado con los dos que cuidaban, que por cierto no vieron ni oyeron, pero si corrieron bastante.  
Cuenta Celio que él escuchó al muerto decirle a los dos que estaban en el camino, ¡Con que trabajandito! 
Detrás y dentro de su casa, dice Celio haber tenido muchos encuentros con estos seres de ultratumba. Una noche detrás de su casa se encontró con otro espectro que le preguntó ¿Cuál es el camino? A lo que él respondió ¿cuál camino? Este le respondió, déjelo si no lo sabe y siguió su camino, a medida que se alejaba él lo veía como en el aire. Celio cree que detrás de su casa hay dinero enterrado, porque él ha logrado ver en varias oportunidades tres lucecitas. 

                                                                   SERGIO BOLIVAR

EL FARRALLON DE LOS VALIENTES. (LOS COLERIENTOS)

 LOS COLERIENTOS DE MATARUCA



                                                                       Autor: Hernan Blanco





           En Mataruca hay un sitio ubicado en el cerro El Farallón, donde hay varias cruces y de ellas se dice por tradición oral que fueron personas que presuntamente fallecieron victimas del cólera. Según Cecilio Arévalo, él recuerda haber visto en el sitio aproximadamente unas doce cruces. Él cuenta, que a estas cruces la gente solía prenderles velas, es decir, se les rendía culto, se les hacían peticiones, por cuanto cada cruz tenía una lata, y allí siempre se lograban ver velas encendidas. Si Cecilio vio 12 cruces ¿cuantas pudo haber visto José Lugo y Changa? Tomando en cuenta lo dicho por Águeda Arévalo y Saturnino Cueva de que en Mataruca sólo habían unas cuatro o cinco casas, las cuales eran habitadas por la familia Curiel, Arévalo, Sirit, Lugo y los Rojas, y que en Mataruca todo el mundo sabe que los ascendientes y descendientes de estos grupos de familias están enterrados en El Carrizal, me preguntaba ¿quienes son los enterrados en Los Colerientos?
          Es obvio que nadie tiene una respuesta, por cuanto este lugar no estaba habitado. Hay quienes creen que pudieron ser personas muertas en unas de esas tantas guerras que sucedieron por estos lados. Hace 18 años, recién llegado a Mataruca, cuando hice mi primera excursión al sitio, la señora Eudocia Arévalo me comentó, que había escuchado decir que eran muertos de una guerra.
" En la comunidad se cuenta quizás un poco para demostrar que los enterrados allí ciertamente murieron de cólera, que en cierta ocasión al ir a enterrar a uno de los fallecidos, cayó un palo de agua el cual hizo que el presunto muerto se levantara, descubriéndose de esa manera que bañando a los enfermos podría curarse la enfermedad.” Para ser sincero este cuento nunca me lo creí.
Un día estando en la Biblioteca Elías David Curiel mientras revisaba los libro Curiana, de Rafael Sánchez y Memorias Históricas Falconiana, de el Dr. Raúl López Lilo, en busca de información que pudiera serme útil bibliográficamente para la reseña histórica de El Pantano, que estaba escribiendo, me encontré sin andar buscando con la gran respuesta al enigma de los Colerientos. En libro “Curiana” se cuenta con lujos de detalles, como en un hecho sucedido en Coro, lo que aseguran los mataruquenses sucedió en su comunidad. La pregunta que cabe hacerse es ¿si el hecho sucedió en Coro como afirma Rafael Sánchez en su libro? ¿Cómo y por qué los mataruquense lo hicieron suyo?

Esta es la reseña del historiador Rafael Sánchez “Para el año 1856 en que llego el cólera a Coro, como ya dije anteriormente, no se conocía medicina para contrarrestar la enfermedad. La enfermedad era terrible; a diario morían muchas personas y sus cadáveres eran sepultados en fosas comunes detrás del cementerio de la ciudad de Coro, los cuales, no los sepultaban dentro del cementerio para evitar contagios; a otros cadáveres que no les daba tiempo darle sepultura, los quemaban. Cuentan nuestros abuelos que después de haber fallecidos tanta gente de esta terrible enfermedad, el cólera, se vino a descubrir su contra y fue así: “había muchas personas que se ocupaban de llevar los cadáveres a sepultarlos como especie de camilleros, pero para la época no había camillas, sino un aparato que llamaban andas que se semejaba a una parihuela de palos, con una caja o ataúd en el medio y unas tapa puesta sin clavarla. Cuando los camilleros llevaban un cadáver a sepultarlo, los sorprendió un aguacero muy fuerte y ellos, para no mojarse pusieron el cadáver a la orilla de una acera y se recularon detrás de una casa, para pasar el agua y llevar su muerto. Aquí sucedió lo más curioso: resulta que, después que el ataúd se ha lleno del agua de la lluvia, entonces el cadáver que llevaban, tiró la tapa del ataúd, y se paró y empezó a caminar como si estuviese ebrio, Se sentó en una acera donde le caía la lluvia y luego empezó a caminar normalmente. Los camilleros, asombrados, corrieron en busca del médico de la ciudad y le contaron lo sucedido. De allí se descubrió que bañando los enfermos del cólera se mejoraban, es decir que con varios baños se curaban radicalmente y desde que se practicó ese método no murió ninguna otra persona de ese terrible mal”.

        Mi opinión respecto a este relato es que este señor no se curó por el aguacero sino porque, o nunca estuvo muerto o por un milagro divino, ya que en cualquier época para bajar la fiebres se ha utilizado el baño como una forma de bajar la temperatura. 
                                          Mis alumnos en algunas de mis tantas excursiones
                                           a los sitios de interés históricos de la comunidad


El cólera ciertamente fue un problema sanitario en el Estado Falcón, esto dice la reseña histórica “El 12 de febrero de 1856, segn la Junta Superior de Sanidad, "la terrible enfermedad del cólera penetró en la Provincia de Coro por San Miguel del Tocuyo, población del Cantón de Capadare. La Junta Superior de Sanidad estaba dirigida por el Doctor Juan de Dios Monzón, 1a mayor parte de los Cantones de la Provincia fue atacada por el cólera".

Ahora bien, mi argumento respecto a estas cruces, no me queda ninguna duda de que estamos en presencia de una gran fosa común de aquellos soldados dados de baja en combate en es gran trinchera natural conocida como El Farallón y Piedras Blancas. Toda el área desde Taratara hasta Mataruca, es una llanura donde se realizaron muchísimos enfrentamientos militares entre los distintos bandos políticos que pugnaban por el poder del Estado. Toda la cordillera que rodea El Carrizal y Mataruca según los testimonios históricos fueron sitios muy apropiados para apostar los cañones del gobierno en contra de los enemigos. En El Carrizal, el General Jurado tenía un parque subterráneo en un hato de su propiedad. Allí, frecuentemente también llevaba su soldadesca, la cual siempre terminaban arrasando los corrales de Chivos de los criadores del lugar. El Señor Saturnino Cueva, en una de las tantas entrevistas que le hice, recordaba una anécdota de su madre, quien había venido de Capatarida a criar chivos en El Carrizal y resultó que estos terminaron en los hambrientos estómagos de los soldados.

El siguiente relato histórico del Dr. López Lilo, en mi opinión aclara todo cuanto sucedió en el sitio: 

POR ORDEN DEL GENERAL CRESPO, EL GENERAL LEÓN COLINA DESDE SU CUARTEL EN CORO INFORMA SOBRE LAS BATALLAS LIBRADAS EN LA REGIÓN

El 30 de agosto de 1892, el General León Colina da parte al General Crespo desde su Cuartel en Coro, sobre las ultimas batallas cumplidas; decía: "Por la presente daré detalles de lo ocurrido en los tres días de combates librados desde Mataruca hasta La Vela. El día 26 situaron su campamento las fuerzas a mi mando frente a las del enemigo y quedo establecida la línea de batalla desde El Carrizal hasta Peñas Blancas.La defensa fue distribuida en la forma siguiente: el ala derecha se le confió al General Gregorio Segundo Riera; la izquierda al General José Toledo y el Centro al General Manuel Partida Colocada la Enseña Nacional en las posiciones de nuestra fuerza, el enemigo rompió sobre ellas sus fuegos a las 8 a.m. y aunque desde esa hora en toda la línea no hubo un instante en que dejara de atacarla con insistencia y arrojo dignos de mejor causa, no por ello pudieron adelantar un palmo de terreno, que tal era el heroico combate de los voluntarios nacionales defensores del Pabellón Patrio y del derecho ciudadano. En la noche del 26, generalizado el fuego, los facciosos cruzan el ala derecha pero tienen que retroceder dejando muchos muertos ante la defensa hecha por el General Gregorio Segundo Riera. Después de tres días de resistencia con la serenidad y valor que lo caracteriza. El General Diego Colina cedió al impulso de la derrota y logró escapar a la inmediata persecución, gracias al conocimiento práctico que posee del terreno. Después el General Gregorio Segundo Riera y de acuerdo con la anunciada pacificación se colocó a la cabeza del partido del cual su padre el General José Gregorio Riera había jefaturado, hombre que logró una admirable longevidad: vivió cien años y murió en Coro con dominio de todas sus facultades intelectuales. Más tarde, cuando vino la lucha electoral, existiendo los dos tradicionales Partidos cada uno”

Según Pedro Manuel Arcaya, el último combate realizado en este lugar fue en el año 1909

                       UNA IMAGEN DE ULTRATUMBA

                                                         LAS EXCURSIONISTAS

A raíz de mi trabajo de investigación en la comunidad sobre los coleriento, de mis escritos, de mis múltiples caminatas hacia el sitio con los alumnos para que le conocieran, limpiarlo, forestarlo y lo mucho que he conversado con los vecinos sobre la necesidad de recuperar el lugar como sitio histórico, un grupo de estudiantes de la Misión Sucre, se motivaron a excursionar hacia el lugar para conocer. La experiencia de los y las excursionistas resultó muy agradable como aprendizaje, como vivencia de grupo.  Como es obvio se tomaron las acostumbradas fotografías, para el recuerdo de la experiencia y regresaron muy satisfechos del paseo.  Lo realmente impactante y revelador de Los Colorientos sucedió cuando una de las excursionistas introdujo en la computadora sus tomas fotográficas, mayúscula sorpresa se llevó, cuando entre las fotos aparece la extraña imagen de un espectro semejante a una persona que en ningún momento estuvo a la vista como objetivo fotográfico de la excursionista. Por supuesto que la toma fotográfica impactó y alarmó a la joven no solo por la extraña impresión en el equipo telefónico sino por lo fantasmal y espeluznante que resulta la imagen. Al comentarme lo sucedido yo le solicité una copia para explorarla en un editor de imagen. La ampliación de la imagen se observa una figura de rasgos negroide con una indumentaria militar, al aplicar de otros efectos a la imagen, en el interior de la misma aparecen muchos rostros como prisioneros dentro del cuerpo. ¿Que será lo que quiere decirnos esta imagen? ¿Que lectura podemos darles?
En lo personal creo que la imagen habla por si sola, los rostros dentro del cuerpo como apiñados, amontonados confirman la tesis de la fosa común, pero quizás la lectura más importante es que estas personas están pidiendo ser liberadas, probablemente con la bendición del lugar 
El misterio de los colerientos al fin se aclara. Se me ocurre que ese sitio debería llamarse de El Farallón de los Valientes como un homenaje a los héroes desconocidos que fallecieron en ese combate