HISTORIA
DESCONOCIDA DE LA VELA
La única Historia de La Vela que
yo había leído la encontré en un folleto que escribió el Profesor Tute Lovera, allí
se señala que según la tradición de vieja data debe su nombre La Vela, a que
siendo vecina a de la ciudad de Coro y por donde se temían los ataques de los
corsarios y piratas, al salir los marinos a patrullar la costas decían: "vamos a la vela", es decir, izar las velas de los
barcos o hacerse a la mar en sus veleros. Igualmente cuenta la tradición que fue
fundado el pueblo por los Reverendos Frailes Camero de Reyes y Partidas Pachano
de Domínguez el 23 de enero de 1528.
Al toparme con el libro escrito
por el historiador y profesor Carlos González Batista, me llamó la atención que
el rigor histórico científico por él tratado en su libro acerca de La Vela y su
entorno no estuviera llegando a los docente del Municipio Colina y mucho menos
al alumnado, razón por la cual me pareció pertinente solicitarle al Historiador
Batista, me autorizara para publicar en un Blogs parte de su trabajo, con el fin
de que este pudiera ser conocido por la sociedad colinense y
coriana en general, requerimiento que aceptó gustosamente.
Por supuesto que el nombre de La
Vela no está relacionado con izar las velas de los barcos como afirma el
Profesor Lovera sino que se refiere al acto de vigilar o velar. Los españoles
tenían varios puntos de vigilancia en la costa que denominaban vigilia. Por las
reseñas históricas se sabe que en la Boca del Rio había una vigilia y también había
otra en La Guadalupe cerca de Taima Taima.
Llama la atención que los
personajes mencionado por el Profesor Lovera no se mencionan en el escrito del
Profesor. Carlos Batista
Hernán
Blanco
FUNDACION DE LA VELA Y EL PROCESO
DE FORTIFICACIÓN DE LA COSTA CORIANA
Autor. Carlos González Batista
Fragmento.
Vemos cómo comienzos del siglo
XVIII La Vela existía como sitio de vigilancia y lugar de embarque y desembarque,
pero no como hecho urbano, el cual no se constituiría hasta las postrimerías
siglo XVIII. Un informe fechado el 26 de Abril de 1813 nos habla del papel
crucial jugado en tal proceso por el sacerdote y doctor D. Nicolás de Talavera.
Una representación suscrita entonces por catorce vecinos de aquel puerto nos
informa que el padre Talavera, además de ser uno de vecinos más antiguos del
lugar, "ha sido el clave flexible de una organización fundamental,
advitrando [sic] quantos medios heran conducentes hasta conseguir (qual
admiramos ) el fomento de esta numerosa población, que no ha Veinte años estaba
como los desiertos de Thebayda"(16).
En 1770 se menciona a D. José de
los Ríos ejerciendo la función de "Cabo" del Puerto, esto es, la
máxima autoridad del lugar designada por el cabildo coriano. Existía como
parece haberla habido siempre, una casa donde se refugiaba la guardia indígena
dirigida también por su propio cabo. Era la "Casa Guardia de este puerto
Real de la Vela" (17). Habría por aquellos años alguna que otra choza o
enramada, donde se aposentaban los carpinteros de ribera y calafates, así como
para cobijar temporalmente los efectos de comercio, más para entonces, nada
erigido con afanes de permanencia.
La fundación de La Vela sólo se
explica en el marco de la renovación económica propugnada por el rey Carlos
III, y dentro de ese vasto programa, por dos hechos que signaron el devenir
económico de Venezuela; la creación de la Intendencia y la libertad de
comercio. La Intendencia, como veremos, tendrá un papel decisivo en la
fundación de ésta nueva población. Entre las tareas de la Intendencia real
creada en.1776, estaban las de fomento socio-económico, y es en esta vertiente
funcional dónde se inscribe la conformación del pueblo que, finalmente, vino a
sustanciar el hecho portuario.
A partir de 1772 Coro va a
adquirir importancia para la hacienda pública española, al erigirse en capital
de uno de los departamentos de la Real Hacienda, en que estaba dividida la
provincia de Venezuela, departamento al cual quedaron supeditadas las cajas
reales de Trujillo y Carora. Como es sabido, ese rango fue respetado por la
Intendencia. En 1780 el intendente Avalos autorizó a Coro para exportar a
Curazao por el Puerto Real de La Vela, hasta diez mil pesos en efectos comerciales,
importando por la misma vía, víveres, pertrechos de .guerra y "algunos
generoz" (18). No olvidemos que la guerra con Inglaterra, declarada en
1779, obligaba a medidas de excepción, algunas de las cuales, como la reseñada,
impulsó el tráfico portuario; todo ello prepararía el terreno para los decretos
de 1781.
En el documento señalado,
permitiendo el comercio con Curazao, se volvió a recordar la indefensión
portuaria, al señalar que por “el ningún resguardo del Puerto Real de esta
ciudad no aporta embarcación española (..) por el riesgo de enemigos que
justamente temen, por la anteriores ejemplares a sacarse las embarcaciones los
Yngleses” (19) Referíase a la embarcaciones enemigas que por sorpresa o acto de
fuerza manifiesta, cortaban las amarras y arrastraban fuera. Las embarcaciones
surtas en el Puerto.
Todo parece indicar que desde 1780
a 1800, y salvo breves intervalos, el comercio con las “colonia amigas” como se
designaba a Curazao y las Antillas Francesa, fue regular y creciente. De manera
que esta apertura portuaria orquestada por el talento y la eficacia del
intendente Avalos, consagraría la existencia del pueblo; de hecho la orden de erigir
una aduana en el sitio (que antes no había existido) nos habla de esa intención
de permanencia
El 21 de Agosto de 1781 el
administrador de la Real Audiencia de Coro D. José de Navarrete, se dirigió al
teniente de gobernador de la ciudad y juez subdelegado de intendencia, pidiendo
copia de los oficios que “ con la solemnidad necesaria presento, y pido se me debuelban,
dirigido por el Tribunal de Intendencia para la construcción de un fortín y
casa Aduana en el Puerto de La Vela, y también de las cantidades consumidas en
ellas” (20) Acto seguido en teniente D. José de Bidegain proveyó lo solicitado.
El documento deja entrever que para entonces se construía la Aduana, que debe
ser, sin duda, la llamada aduana “vieja”, sustituida por otra edificación menos
deleznable, hacia 1797
Tal vez esos oficios recogían
además el permiso para erigir legalmente la nueva población, pues sabemos que
la orden fue dada aquel mismo año, “en obsequio de la población de casas y
solares que en el referido puerto se han permitido y repartido con
subordinación al Ylustre Ayuntamiento de esta dicha Ciudad, como perteneciente
a sus propios“ (21). Al vender D. Basilio López en 1815 una casa a D. Nicolás
Estrada, con su solar, manifiesta haberlo obtenido en “el año de mil
Setecientos Ochenta y dos, cuando se inisió esta población por el Ylustre
cavildo” López quería señalar tal vez que la casa vendida había sido construida
en 1782, no que la disposición de fundar La Vela fuese de aquel año, pues todos
los testigos, que fueron D. Miguel Añez, D. Agustín de Medina y Pedro Cárdenas,
parecen haber estado contestes que el pueblo de La Vela se había fundado en
1781(22). El testigo Medina, avecindado en el Puerto en 1782, había encontrado
al llegar, la casa que motivara el documento.
La orden, dada por la Intendencia,
fue acatada por el Cabildo, presidido por D. José de Navarrete, quien al efecto
comisionó a D. Basilio López, a quien ya hemos citado. López, acompañado por el
alarife municipal, el peritísimo constructor Domingo Vital Gámez procedió al
reparto de solares y al reordenamiento del escuálido vecindario allí existente
para aquel momento. Este reordenamiento aparece referido por Vital Gámez, once
años más tarde, en 1792, al decir que le había costado "travaxo al
declarante fingir unas callejuelas para el uso público" (23). La nueva
población seria el lógico complemento de la aduana y el fortín autorizados por
la Intendencia, todo ello respondía a un claro programa urbanístico.
La conformación del pueblo en el
lugar seria decisiva, a nuestro juicio, para el arranque de un plan más
efectivo en la defensa de la vecina ciudad de Coro. Muy poco hubieran servido
los fortines que a la larga se construirían sin una población de respaldo. Era
en realidad una relación de apoyo mutuo, que redundaba en la consolidación
militar de aquel punto defensivo. Sobre el papel de la Intendencia en todo
ello, no creo puedan ofrecerse dudas, toda vez que el fomento de las nuevas
poblaciones ocupaban lugar prominente en las instrucciones recibidas de las
Corona por el nuevo intendente (24).
Figuras cruciales en la
consolidación de La Vela como pueblo fueron el padre D Nicolás de Talavera y el
ya mencionado Basilio López de Puga, su primer guardamayor, al menos, como ya
hemos dicho, en su etapa urbana quien presidió el reparto de solares. También
fue D. Basilio uno de sus primeros vecinos. Junto a él actuó el presbítero y
doctor don Nicolás de Talavera, tío político de anterior, ya que D. Basilio
casaría con Dª Mercedes Talavera Garcés en 1787. D, Nicolás de Talavera había
sido catedrático en la universidad caraqueña, fue él quien impetró ante el
diocesano de Mérida el permiso para erigir ermita en aquella "
Thebayda", siendo su primer capellán (25). A sus expensas se construyó el
cementerio con su correspondiente oratorio, "Obra tan necesaria como útil
a la Salud pública". También cedió una de las casas que poseía en el
pueblo para que sirviera de sede a la escuela pública, encargándose además de
pagar al maestro (26). Para 1794 se registra en La Vela algunas pulperías,
billares, fondas, (“pensiones") y tabernas. No eran infrecuentes los
litigios entre vecinos por cuestiones de linderos, y algún que otro hecho de
sangre; para los infractores se había dispuesto un cepo frente a la aduana
vieja. Las personas allí establecidas pagaban anualmente al Ayuntamiento,
cuatro reales por cada solar; la cancelación del piso al municipio era
obligatoria en razón de haberse fundado La Vela en los ejidos de Coro, tal como
había ocurrido con el pueblo de Baraíved en Paraguaná, o como ocurriría un poco
más tarde con el Puerto de Cumarebo, también incipiente en las postrimerías del
siglo XVIII.
En conclusión, se puede asegurar
por testimonios documentales que no existía pueblo, jurídicamente reconocido
como tal, en el Puerto Real de La Vela, antes de 1781. El plano de 1794, que
publicáramos hace algunos años (.27), revela el rápido crecimiento de su
vecindario, agrupado en diecisiete manzanas rectangulares dispuestas en sentido
noreste-suroeste paralelo a la costa. El trazado actual deriva de aquella
imposición de un orden sobre el crecimiento espontáneo previo a la acción del
alarife Vital Gámez. .
El suministro de agua quedaba
asegurado, no tanto por el río, cuya desembocadura no estaba junto al pueblo,
sino por un jagüey o manantial, de cuya calidad nada sabemos, y que aparece en
los documentos como el "jagüey común" y que seguramente había
permitido desde siempre saciar la sed a los guardianes del puerto, Este jagüey
estaba próximo a la iglesia y en el seno de una pequeña quebrada, conocida como
la " quebradita del jagüey, que no debe confundirse con otra quebrada,
algo mayor, que por tal circunstancia recibía el nombre de "Quebrada
grande", también vecina a la iglesia, por lo que asimismo recibía el
nombre de quebrada " de la Yglesia