martes, 28 de septiembre de 2010

ESTE PANTANO NUESTRO

                                                   

Hernán Blanco


ESTE PANTANO NUESTRO


Coro, con todo su abolengo histórico para 1867, época en el que General Maximiliano Iturbe, Presidente del Estado decreta la ordenación de la ciudad con sus primeras calles, era todavía un pequeño pueblo rural rodeado de pequeñas y grandes huertas con muchos corrales de bovino y caprino. El área que limitaba la ciudad estaba comprendido por el Este, con Calle la Ciénaga; Por el Oeste, Calle Colón;  por el Sur, Calle Maparaí y por el Norte, Calle Norte. De estas calles solo perdió el nombre la Ciénaga que posteriormente identificaron como Calle Iturbe.

Para 1914, mis Abuelos Emiliano Blanco y Salomé Colina estaban instalado en aquel arrabal de casas dispersa que después sería llamado Chimpire, por las inmediaciones de Calle Churuguara con Iturbe. Aquellas extensiones de tierras enmontadas, de cardones, cujies y tunas, eran rastrojos de extintas huertas de las cuales muchas conservaban aún algunos alambrados en pie. 49 años después de la demarcación de la ciudad, no era mucho lo que había crecido

Al principio de la década del 50, al sur de la ciudad algunas huertas todavía recibían agua de aquellas famosas acequias que tiempo a tras atravesaban la ciudad de extremo a extremo para regar las pequeñas y grandes granjas que las pocas familias ricas tenían por los alrededores de Coro

Al norte las huertas de Teo y Antonio Borregales, Pedro Franco y Eufrasio Díaz ya eran rastrojos. Emilia Rodríguez y el Padre Mármol aun conservaban sus sitios de Crianzas. De esa vida campechana Berta Hidalgo rememora con sensible emotividad sus vivencias junto a su abuela Emilia en el pequeño fundo denominado El Hatillo. La señora Emilia Rodrigue fue la madre del Dr. Pedro Manuel Hidalgo flamante propietario del Vuelvancaras, aquel glorioso equipo de Béisbol que enloquecía a la fanaticada de entonces en esta disciplina. Para la fecha, la Granja del General Jurado aun estaba activa.

En los documentos históricos, los españoles definían todo el ámbito de el Coro actual como un lugar cenagoso que después recibió el sinónimo de pantano.  del comienzo de el Barrio El Pantano se sabe muy poco. la primera mención que se hace del mismo, está en el relato del juicio a los insurgentes federalistas del 20 de febrero de 1859, del cual formaba parte el Capitán José Rivero, en el cual se señala que en la casa de este, se reunían los golpista. Gracias a esa reseña sabemos que El Pantano era una barriada que existía para la fecha. Desde entonces han transcurrido 150 años.

Por El Pantano se conocía toda la extensión territorial que se extendía desde la calle Hospital del sector Pantano Abajo hasta la Av. Los Orumos. Su nombre se remonta a la época colonial por las condiciones cenagosa del terreno en época de lluvia. Toda el área de lo que hoy es la ciudad de Coro, era atravesada por un ramal de quebradas que se dirigían rumbo al sur depositar sus agua por entre el medanal.

Algunas de esas quebradas son las siguientes: En sentido este-oeste la primera queda en la calle Josefa Camejo cercana a la casa del Dr. Jiménez. Después sigue la que esta al lado del Hotel Miranda. Seguidamente la de la Av. Manaure. Otra es, la que partiendo desde la calle González cruce con Buchivacoa hace su recorrido pasando por la antigua estación del tren con dirección a la Escuela Ciudad de Coro, rumbo al aeropuerto y después a la orilla del monte. La quebradas de Los Clarito que pasa al lado de Coro Parts desembocaba en la calle Riera con Sierralta, y de allí seguía hasta la calle 3 San Bosco para continuar su rumbo hacia el aeropuerto y después a la orilla del monte. Otra de estas quebradas es la que pasa entre el Estadio Municipal y el colegio María Auxiliadora, un poco más arriba desemboca otra frente a Farmatodo, sigue otra en la Unidad Geriátrica, después está otra en Hidrofalcón; frente a la Estación de Servicio Perdigón pasaba también otra gran quebrada, más arriba detrás del Paredón otra que entraba a la huerta del Dr. Ibrahim Oberto y finalmente al lado del Parque Ferial se puede observar otra. Una de estas quebradas atravesaba todo el cardonal en dirección al Tropezón para formar un gran estanque por los lados de Jagüeycito. Estas quebradas eran el dolor de cabeza de los Caquetios, razón por la cual tuvieron que construir las famosas calzadas de las cual escribió el Profesor Cruxent.

Estas quebradas al este de la ciudad al empalmar con el Río Coro tuvieron salida al mar, pero los incontenibles médanos, finalmente terminaron imponiéndose tapando los causes. Andando de cacería con mi papá pude ver a la altura del barrio José Gregorio Hernández una gran quebrada de unos cuatro metros de profundidad que los médanos sepultaron. 

Como se puede ver no es una ni dos quebradas las que hacían El Pantano. Es importante aclarar que la quebrada de Chávez y la quebrada de Coro, con cause y rumbo definido hacia el sitio conocido como La Boca de El tanque en lo absoluto tienen algo que ver con El Pantano. Estas quebradas tampoco desembocaron en el golfete de Coro. No hay señal alguna que lo demuestre. En el siglo pasado nadie vio que esto sucediera y nadie lo verá. La Boca de Tanque, se denominaba la laguna natural en la que al noroeste de la ciudad descargaban su abundante caudal las quebradas de Coro y de Chávez. Es indudable que este sitio debió ser ante y después de la colonia un lugar muy importante tanto para los indígenas como para los españoles. Es muy probable que por los alrededores de este sitio, estuviera enclavado algún un poblado de aborígenes pescadores que hicieran uso de este recurso tan útil para el ser humano como es el agua. De  hecho existen testimonios escritos y orales que dan cuenta de la existencia de hornos y restos de conchales de moluscos, que los Caquetios solían sacar del golfo o mar de sotavento, como lo llamaban los españoles. Según documentos de la colonia en lugar existió un importante hato denominado el Tendal. Testimonios más recientes emitidos por los entrevistados dan cuenta de muchos puntos o sitio de  de crianza por los alrededores entre los que se mencionan don Melchor, Camacho, Boca e Tura, El Jebe, El Atillo, El Tendalito, lo cual es demostrativo de que la movilización humana por el sector era significativa. Incluso hay documentos de la colonia donde se señala que hacia esa parte hubo un asentamiento o una casa fuerte que pudo haber sido mudada posteriormente al sitio donde hoy se encuentra la ciudad capital, que funda Ambrosio Alfinger, y no Ampies como erróneamente hoy se afirma. Yo no tengo duda de que alrededor de ese gran almacenamiento de agua que fue la Boca del Tanque   pudo haber estado ese sitio. De muchos es sabido que la gente de Coro, hasta no hace poco tenia por costumbre acudir a los sitios de pesca por esa vía, sobre todos los habitantes de Pantano Abajo, además de los cazadores y los que buscaban en el monte la materia prima para construir las típicas casas de barro de la ciudad, así como los cortadores de leña. Sin duda La Boca del Tanque fue un oasis en el desierto para toda esa gente que paso por allí. En 1950 con la construcción de las cloacas de la ciudad se acabo para siempre el oasis del los médanos contaminado por las heces fecales de los corianos

                                          


 Las hermanas Blanco.
Petra, Emilia y Sofia.

Una de las razones por la que estas tierras de El Pantano fueron pobladas muy tardíamente fue por lo difícil que resultaba  vivir en tan cenagoso lugar, y otra razón fue la propiedad de la tierra, que toda estaba en manos de  herederos de los colonizadores, de familias pudientes, comerciantes y hasta de influyentes militares. El respeto  por la propiedad ajena limitaba a la gente pobre, de a pie, hacer vivienda por estos terrenos

Cuando esas tierras comenzaron a ser abandonadas, porque se morían los dueños o porque se mudaban a otros lugares, fue cuando mucha gente comenzó a tomar esos espacios. Entre 1900 a 1935 es cuando realmente comienza a la presión por  buscar un sitio donde levantar un techo en El Pantano


Para el año 1950 El Pantano no estaba delimitado, era un solo pantano afirman los viejos pobladores. Fue la dinámica social y poblacional en desarrollo, la que fue demarcando y definiendo lo particular y característico de estos espacios sociales tal como se mencionan en el presente, Pantano Arriba, Pantano Abajo y Pantano Centro, a principio de 1960. En el marco de esa división territorial actual está enfocada esta propuesta  para que se entienda mejor la particular evolución, desarrollo social y cultural de cada uno de estos poblamientos cuyo espacio común terminó siendo dividido por el tiempo y la historia.         


El primer sector de El pantano que comenzó  a poblarse  fue el área del centro, cuyos El límites estaban comprendido entre las intercesiones de las calles Federación y Toledo, con la calle Norte.  Es muy probable que en este suburbio estuviera la casa del Coronel Rivero donde se reunían los insurrectos que dieron inicio a la federación


Una referencia o testimonio acerca de esta afirmación es la siguiente: A finales del siglo XIX, el Señor Miguel Molina, estaba residenciado exactamente donde actualmente se encuentra el rectorado de la Universidad Francisco de Miranda, con cuya esposa, desconocemos el nombre, engendró una pequeña familia de la que formaba parte Josefa Molina, la cual nació un 19 de marzo de 1888 y con la cual caso con Jesús Mora, siendo esta pareja los primeros en levantar una pequeña casa a la altura de la hoy calle Colina con Vuelvan caras. De  esta unión nacen Carmen y Cecilia Mora a principio en 1906 y 1908 respectivamente



Familia Mora

.Según Cecilia, de la época de su niñez solo recuerda haber visto por aquellos cardonales y cujizales la casa de su madre Josefa y la del Coronel Reyes. Es decir, a finales del siglo 19 no existía población al este de la calle Toledo.

El coronel Reyes, de origen zuliano, fue un a persona muy humanitaria, siempre tenía las puerta de su casa abierta para los amigos Estuvo al mando de la cárcel de Coro hasta su jubilación. En su casa se hospedó muchísima gente venida de distintos lugares. Allí  se alojaron  Santiago Polanco y María de la Paz de Polanco con su nieto Perucho Gómez en 1930, cuando este tenía 7 años de edad. Allí también llegó la abuela y la madre de Sigilfredo Crasto siendo una pequeña, quien al quedar huérfana fue adoptada por una de las hijas del Coronel Reyes






En este primer Pantano a la Altura del Hotel Miranda vivieron un poco mas acá en el tiempo la familia Hidalgo Rodríguez que ya he mencionado,  Salvador Zea, Carlito García  Abrahán Marín, y la familia Jara. Hipólita Aular, tuvo una casita de barro donde queda Don Camilo. Antonio Toledo, Las Señoritas Lola y Carmelina D`Lima, vivieron por la calle Toledo, la mayoría de las casas en la manzana eran de Regino Chirinos. En el antiguo parque del aeropuerto vivió Filomena, una señora muy apreciada por la calle Duvisi.

Por la esquina de la Norte con Toledo vivió Pancho Colina un señor que  mataba cochinos por donde desfilaban los pantaneros para comprar chicharrón y el asiento para mojar la arepa.  Un poco más abajo vivían los esposos Rosillo Medina, Concepción y Saturna





Las siguientes personas ya vivían en el sector comprendido desde la calle Manaure hasta la calle Colina a mediados de los treinta. Enrique Reyes,  Mercedes Colina, Celia González, Flora Sánchez, Jacinta Villa  Clemencia Mora y Ceferino Cumare, Juan Arévalo, Josefa y Manuel Gamero, María Luisa Arcaya, Josefa  García, Socorro Quero y Manuel Pachano, Carmen Guanipa, Carmen Céspedes, Jorge Hernández, Jesús Sánchez y Doña Raimunda, María Cupertina, José Inés Petit, Rómulo Andujar, Carmen Cortéz,  Julia Molleja, José Molina, Julián Crasto, y Mencho Cumare que fue dueño de La Casa Azul, sitio donde inicialmente se vendían productos proveniente del contrabando. Después se convirtió en un   famoso burdel. En una esquina de la calle Colina con Josefa Camejo estuvo este sitio




EMILIA RODRÍGUEZ


LOS MÚSICOS


El primer grupo musical que los pantaneros conocieron fue el que integraban Belarmino Navarro, José Molina, Rito Atienzo y Julio Rosillo. La bandolina el cuatro, el acordeón y el violín eran los instrumentos ejecutados por estos señores. Cuando Emilia Rodríguez cumplió ochenta años, fue homenajeada por Belarmino con una composición que le dedicara, titulada, Los Últimos Días de mi Vida. Estos músicos fueron los primeros cultores de El Pantano Centro.   

                


                                            LA ELECTRICIDAD


Cuando todos los habitantes de El Pantano, dependiendo de sus posibilidades económicas se alumbraban por las noches con  lámparas de gasolina o de Kerosén,  los más pobres lo hacían con aquella lamparita de kerosen que se hacía con potecitos de cerveza. con los cuales mucha gente se quemaba.

En la granja de Jurado llegaba un tendido eléctrico proveniente de aquella primera planta eléctrica que instalaron los D´Lima en la calle El Sol y que administraba Federico Obediente.

En 1940 lo que hoy se conoce como el Parque Manaure era iluminado con lámparas de carburo, las cuales encendía Chango Estekman.

                        LAS BODEGAS DE PANTANO CENTRO


Las primeras bodegas de El Pantano viejo fueron las Mariano Medina  y Belarmino Navarro, las cuales estuvieron ubicadas en la calle Manaure con Norte, por el mismo sector estuvo la de  Félix Hernández y entre la Toledo con Norte estuvo la de Tomás Quintero. Un poco más arriba estaban las de Gumersindo Guare y Juan Arévalo en la calle Colina con Urdaneta, también tenían bodega por allí Hermenegildo Revilla y las hermanas Morón, en la Colina con Zamora.

También tuvo bodega en este sector Miguel Arias, en la esquina de la calle Norte con González, en una casa propiedad de Bartolo Garcés.  En esa esquina Miguel alquilaba bicicletas a dos bolívares la hora. Ya después en sociedad con Pedro Colina alquilaba rústicos  Jeep. Según Juan Hurtado la primera actividad comercial de Miguel Arias  cuando llegó de Barquisimeto era comprar botellas la cuales Vendía a Napoleón Ramírez en la calle Churuguara con González. Otra bodega en este sector fue La Pelota de Barro de Cayo Hernández.


          EL REPIQUE  DEL TAMBOR EN EL PANTANO


Un capitulo aparte merece el tambor por ser una manifestación muy coriana que nos viene del los ancestros africanos. El repique del tambor como expresión autóctona coriana data desde tiempo de la colonia y en ningún caso debe relacionarse con rebeldía de esclavos como se pretende hacer creer ya que era una práctica propia de negros libres de los cuales había en Coro unos 11 mil  cuando sucedió el alzamiento de José Leonardo en la sierra falconiana. El tambú tal como se tocaba en Coro jamás se tocó  ni bailó en la sierra. A los negros de la sierra, por su condición de esclavos la mayoría, le pasó lo mismo que a los negros estadounidenses a los cuales sus amos no le permitían la ejecución de ese golpe frenéticos que se practicaba con más libertad en la ciudad y en las costas cercanas de de La  Vela y Cumarebo. Es necesario tener en cuanta que en razón de esa libertad que tenían los negros de la Coro, es que la manifestación se hace cultura en todas las barriadas de la periferia capitalina. Quiero decir con esto que el tambú no es exclusivo de ninguna zona en particular de la ciudad esto se puede apreciar el la reseña siguiente: El personaje más emblemático como representativo de este oficio cultural que llamamos tambor, fue una negra curazoleña llamada María Chiquitín, una persona muy menudita de grácil figura que como todos los corianos de entonces los primeros de diciembre hasta el día reyes se lazaban a celebrar con gran emoción dichas festividades. Entre esos viejos tamboreros estaban Panchón Faneite, Bernardina Faneite,  Victoriano Gutiérrez, Chindo Páez, Rubén Ventura, Lorenzo y Nicolás Stekman. No es cierta que  fuera María Chiquitín la primera en hacerlo ni la única. Entonces no se hablaba de tambor coriano. Revelador de esta verdad es la prohibición municipal de 1903 la cual consideraba que dicha práctica atentaba contra la moral ciudadana.
En El Pantano también se tocaba el tambú. En las proximidades de las fiestas navideñas eran muchas la familias que desempolvaban  los tambores arrequintaban los cueros para la noche mágica del primero de diciembre y todos los demás días hasta el mes de enero en que se celebraba el día del Comerciante y el día de Los Reyes. Entonces el que no tenía un tambor lo repicaba con un tobo o una lata cualquiera. En El Pantano repicaron el tambor; Josefa Mora, Yule Pontiles, la familia Castro, Susana y sus hijos Pedro, Simón y Francisco, Chicho Zavala, Pedro Urbina, Cornelio González, Crisanto Rosillo, Arquímedes Chirinos, Agustín Marques, José García, mejor conocido como Cueche, Dindin González, El buche y el inolvidable Américo Damas. Los hermanos Tellería acompañaban a los tamboreros del Pantano con cuatro y guitarra 

En Chinpire repicaban el tambor una familia de apellido Jansen o Yansen. y otra familia a quienes llamaban las Minche. Mi madre me contó una anécdota de una familia muy parrandera a quien se le murió un familiar un 24 de diciembre y que escondieron el difunto por unos días mientras pasaban la fiestas de navidad.    

Llama la atención, que quien lleva el tambor a la familia Camacho, en Curazaito haya sido Miguel Lugo, el cual aprendió el oficio de Yule Pontiles, en el barrio Chimpire. Por cierto que yule vivió primero en El Pantano 

Es importante hacer notar que quien realmente impulsa la recuperación de esta manifestación es Miguel Lugo, cuando el tambor ya había decaído. En todo caso la labor de Olga Camacho es  haber mantenido viva la tradición aun que ya no con las mismas características del principio. Yo pienso que Miguel Lugo tiene el Mérito de ser quien primero institucionaliza y organiza un grupo de tambor. eso es un mérito inobjetable de Miguel Lugo                 
                                                                   
                HISTORIA DEL BÉISBOL EN EL PANTANO
                                     

Según Sigilfredo Crasto, en el viejo Pantano se jugaba béisbol en el llano donde después se  construyó la  plaza José Mercedes Santeliz y otro llano que estuvo  entre la calle González con Manaure.  En estos sitios jugaban Arístides Beaujon, Federico Torres, Carlos Arión, Alí Galíndez, Raimundo Leen y el propio Sigilfredo .

Pero el más importante y famoso campo de juego fue sin duda alguna El Tanque e los Díaz. El béisbol que se practicaba entonces era un juego básicamente recreativo como decimos en criollo, caimaneras en las que casi siempre estaba de por medio el beneficio personal de los jugadores o de los organizadores. Estos encuentros se realizaban los fines de semana, en principio con peloteros de la localidad. Posteriormente vinieron los intercambios con equipos de Pantano Abajo, Cabudare, Bobare, y   Las Panelas. Otro campo de Juego de aquella época fue un llano propiedad de la empresa Pepsi Cola, donde posteriormente se construyo la embotelladora de la referida empresa y el Terminal de Pasajero.

Estos eran algunas de aquellos peloteros. Martiniano Reyes (Totón), Juan Hurtado, Sigilfredo Rubén, Emilio Tellería Antonio Pernalete, Pablo Aular, Néstor Colina, Juan de Dios García, Juan Ramón Quero (Cumarebito), Braulio Zea, Nicolás y Salomón Perozo. Cumarebito era hijo del hombre que más casas tuvo en el El Pantano, El curazaleño Juan Lisil. 25 casas tuvo este señor en El Pantano.   


              






Mientras los más adultos practicaban y realizaban sus competencias una muchachada mucho más joven acudían al llano para aprender las destrezas de aquellos iniciadores del béisbol en el pantano. Entre esos  muchachos se encontraban Federico Reyes, Teodoro Zea, Pedro León Ugarte(Pollón), Teofilo y Pedro Garcés, Ricardo Hernández (Cayo), Teodoro y Cecilio Zea, Daniel, (Nucho), Rubén, e Israel Crasto (Ranche), Antonio Rosillo (Caballito), Mundo y Placido Colina, Néstor Dávila, Benito Alvarado, Teto Colina y Néstor Yarí, entre otros

El Tanque de Los Díaz fue escenarios de aquel béisbol de “grandes ligas” que se jugaba en Falcón una especie de béisbol profesional que promovían las empresas regionales. Decimos que era una categoría profesional porque los peloteros si no cobraban por jugar, trabajaban en las empresas promotoras. 

En ese entonces el campo de juego estaba en la Av. Paraguána hoy calle Duvisí. El home estaba exactamente donde actualmente funciona Panadería  La Nuevas 2000, y se bateaba en sentido este oeste.    

Los campeonatos en el Tanque de los Díaz eran una fiesta. Las hermosas muchachas de El Pantano engalanaban  con su presencia aquellos juegos que era el pasatiempo preferido de los pantaneros. Entre esas chicas estaban Luisa Hernández, Dominga Perozo, Carmen Petit, Eva Mora y Guadalupe Acosta, Ramona y Silvia Molina, Débora y Josefina Gómez, Hilda, y Guadalupe Acosta, Chelita Marín, Petra Morón   entre otras, .las cuales acudían junta a admirar sus ídolos. Nada Mal le fue a Luisa  Hernández  pues en ese rió revueltos de peloteros hizo buena pesca, terminó empatándose con una estrella inmortal de nuestro  béisbol, nada más y nada menos que Juan Ramón Quero (Cumarebito). Era tal el fanatismo por el béisbol que los peloteros, los seguidores del equipo y las madrinas se iban a pie, hasta el campo de competencia   

 
Salomón Perozo Comenzó a jugar béisbol en Pantano Abajo, fueron sus compañeros de entonces Antonio Pimentel, Camilo Chica y Jesús Dorante, allí competían con equipos de las panelas.  Pero fue en Pantano Arriba donde fue contactado para jugar béisbol organizado, en la categoría juvenil con el equipo de Mr. Macklin “Coro Star” fueron jugadores de dicho equipo  Ángel Perozo, Antonio Salcedo, José Guanipa(Cubita), Nicolás Perozo y Emilio Tellería entre otros. Entre los rivales de entonces  estaban  los equipos “Ron Don Simón” y “Ron Carlin”, propiedad de Miguel Arias.

En una categoría que llamaban “semiprofe” jugó para el Batallón Girardot en el año 1949, los equipos eran reforzados con peloteros profesionales venidos de otras latitudes de nuestra geografía. Criollos de San Antonio, Nichol Cola, El Volante  y el Deportivo Las piedras Batallaron por varios meses los sábados  y domingo por un titulo que ganaría el Batallón Girardot. Los Juegos se realizaban en el Estadio Héctor Ruiz, propiedad de Pedro Manuel Hidalgo quien fuera también dueño del Vuelvancaras.  Algunos de los profesionales que estuvieron por estos lados fueron Martín Carrasquel, Hernán Sánchez Emerito Silva, El Mocho Garcés, y  Chocolate Fernández entre otros

El año 52 Salomón viaja a Punto Fijo a uniformarse con el equipo Los Cardenales de Carirubana, de Angelucho Maitines. En ese campeonato participaron también, La Ford de Víctor Leañez y el Santa Rosa de Caja de Agua, entre otros. Una camada de buenos peloteros  desfilaron en ese campeonato, fueron ellos: Ñeño y Columbo González, Emilio Ratón Vargas  y Tata Amaya, casi nada.

Salomón también jugó pelota en Curazao con el deportivo Venezuela enfrentándose a peloteros Norteamericanos y dominicanos del Lucky Strike y el Quisqueya

 SIGILFREDO CRASTO


Sigilfredo nació en El Pantano en el hogar  que constituyeron Petra Ramona Roque y Julián Crasto, celador de salina. Por cierto que su   nacimiento ocurrió en la casa  de Estefana Hurtado, abuela de los Garcés y los Zea, porque allí se quedaba cuando su esposo estaba en la salina.

La madre de Sigilfredo, Petra,  llegó a Coro siendo muy niña procedente de Mitare con su madre Antonia Quero  y dos hermanitos más. Tras la muerte de la Señora Antonia, Petra queda al cuidado de Juanita Reyes, quien la adoptó         

Desde muy temprana edad se dedicó al trabajo con su padre que era zapatero, también  trabajó como dependiente en el negocio de Ulises Sirit, en la funeraria de su tío Alejandro Crasto como Carpintero, haciendo Urnas. También trabajo en la American All Cables And Radio Ync, como Operador de comunicación, así mismo le hacia transporte a Máximo Pulgar buscando la Cerveza Caracas, en Punto Fijo.

Sigilfredo es un artista de la composición, tiene un talento natural para manejar la rima y la prosa en la composición de sus canciones. Mucha son las piezas musicales que ha escrito. Mi papa en sus parrandas cantaba solía cantarlas, incluso una de esas piezas titulada Mujer sin alma fue musicalizada por él.

Estos son algunos fragmentos de su obra:

Entre rejas me encuentro solitario
Sin tener un amor que vea por mí
No sé si porque soy un presidiario
Que ni mi madre se acuerda de mí.
Ni un amigo ha venido a visitarme
De eso amigos que hoy viven feliz.
Ni un amigo ha venido a consolarme
Sin amigo y sin mi madre estoy aquí
Madre, madre que me quisiste,
Porque te olvidas de mí

A Pepe Lupe le dedicó unos versos el día de sus muerte este es único que recuerda.


 A mi me dio un sentimiento
Cuando de tu muerte supe
Porque te vas Pepe Lupe
Y dejas las uvas del tiempo




                       


7 comentarios:

  1. Herna me gusto mucho la reseña Historica del Pantano de Coro, sobre todo la del beisbol en esa zona, ¿En que año se inicio? tu en tu reseña das 1949, sera esa la epoca mas antigua

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  2. No hay una más antigua sobre todo del Béisbol organizado. Cuando la tenga a la mano te la hago llegar. gracia.

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  3. Muy buena la reseña creo que es lo mejor que he visto de la historia coriana.. Hernan habian unos muchachos (ahora viejos jejejej) Que eran de la Roosvelt y otros de la calle Milagro que tambien jugaron pelota en esos años tendras algo x ahi? no recuerdo el año exactamente ni los nombres preciso entre ellos (Caguao, Banche, Careto) creo que jugaron tambien en el equipo del Mop, tambien hicieron pelota en santa Rita..

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    1. Que tal Yericos.ahora escuando veo tu comentario. Pues la verdad no tengo informacion al respecto pero la buscaré. En el Pantano Abajo entrevisté a Tan Chica que mucho sabia de este tema ya falleció. Por alli esta Salomon Perozo con casi 90 años que vivio en el Pantan. voy a Preguntarle.Gracias por tu comentario.

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  4. Me gusta mucho este blog. Información vital y de gran interés para quienes hacemos vida en Pantano Abajo. Me gustaría saber las fuentes bibliográficas de esta información. Muchas gracias. Felicidades por el trabajo.

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    1. Hola Ruth. La fuente bibliografica como tal no exste por cuanto son recuerdos que guardaban los libros viviventes entrevistados, cuyos nombres estan incluidos en la propia historia.

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  5. Excelente aporte a la sociedad de lectores e investigadores de mi coro querido.

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