Coro, con todo su
abolengo histórico para 1867, época en el que General Maximiliano Iturbe,
Presidente del Estado decreta la ordenación de la ciudad con sus primeras
calles, era todavía un pequeño pueblo rural rodeado de pequeñas y grandes
huertas con muchos corrales de bovino y caprino. El área que limitaba la
ciudad estaba comprendido por el Este, con Calle la Ciénaga; Por el Oeste,
Calle Colón; por el Sur, Calle Mapararí y por el Norte,
Calle Norte. De estas calles solo perdió el nombre la Ciénaga que
posteriormente identificaron como Calle Iturbe.
Para 1914, mis Abuels Emiliano Blanco y Salomé Colina estaban instalado en aquel arrabal de casas dispersa que después sería llamado Chimpire, por las inmediaciones de Calle Churuguara con Iturbe. Aquellas extensiones de tierras enmontadas, de cardones, cujies y tunas, eran rastrojos de extintas huertas de las cuales muchas conservaban aún algunos alambrados en pie. 49 años después de la demarcación de la ciudad, no era mucho lo que había crecido
Al principio de la década del 50, al sur de la ciudad algunas huertas todavía recibían agua de aquellas famosas acequias que tiempo a tras atravesaban la ciudad de extremo a extremo para regar las pequeñas y grandes granjas que las pocas familias ricas tenían por los alrededores de Coro
Al norte las huertas de Teo y Antonio Borregales, Pedro Franco y Eufrasio Díaz ya eran rastrojos. Emilia Rodríguez y el Padre Mármol aun conservaban sus sitios de Crianzas. De esa vida campechana Berta Hidalgo rememora con sensible emotividad sus vivencias junto a su abuela Emilia en el pequeño fundo denominado El Hatillo. La señora Emilia Rodríguez fue la madre del Dr. Pedro Manuel Hidalgo flamante propietario del Vuelvancaras, aquel glorioso equipo de Béisbol que enloquecía a la fanaticada de entonces en esta disciplina. Para la fecha, la Granja del General Jurado aún estaba activa.
En los documentos históricos, los españoles definían todo el ámbito del Coro actual como un lugar cenagoso que después recibió el sinónimo de pantano. del comienzo del Barrio El Pantano se sabe muy poco. la primera mención que se hace del mismo, está en el relato del juicio a los insurgentes federalistas del 20 de febrero de 1859, del cual formaba parte el Capitán José Rivero, en el cual se señala que en la casa de este, se reunían los golpista. Gracias a esa reseña sabemos que El Pantano era una barriada que existía para la fecha. Desde entonces han transcurrido 150 años.
Por El Pantano se conocía toda la extensión territorial que se extendía desde la calle Hospital del sector Pantano Abajo hasta la Av. Los Orumos. Su nombre se remonta a la época colonial por las condiciones cenagosa del terreno en época de lluvia. Toda el área de lo que hoy es la ciudad de Coro, era atravesada por un ramal de quebradas que se dirigían rumbo al sur depositar sus agua por entre el medanal.
Algunas de esas quebradas son las siguientes: En sentido este-oeste la primera queda en la calle Josefa Camejo cercana a la casa del Dr. Jiménez. Después sigue la que esta al lado del Hotel Miranda. Seguidamente la de la Av. Manaure. Otra es, la que partiendo desde la calle González cruce con Buchivacoa hace su recorrido pasando por la antigua estación del tren con dirección a la Escuela Ciudad de Coro, rumbo al aeropuerto y después a la orilla del monte. La quebradas de Los Clarito que pasa al lado de Coro Parts desembocaba en la calle Riera con Sierralta, y de allí seguía hasta la calle 3 San Bosco para continuar su rumbo hacia el aeropuerto y después a la orilla del monte. Otra de estas quebradas es la que pasa entre el Estadio Municipal y el colegio María Auxiliadora, un poco más arriba desemboca otra frente a Farmatodo, sigue otra en la Unidad Geriátrica, después está otra en Hidrofalcón; frente a la Estación de Servicio Perdigón pasaba también otra gran quebrada, más arriba detrás del Paredón otra que entraba a la huerta del Dr. Ibrahim Oberto y finalmente al lado del Parque Ferial se puede observar otra. Una de estas quebradas atravesaba todo el cardonal en dirección al Tropezón para formar un gran estanque por los lados de Jagüeycito. Estas quebradas eran el dolor de cabeza de los Caquetios, razón por la cual tuvieron que construir las famosas calzadas de las cual escribió el Profesor Cruxent.
Estas quebradas al este de la ciudad al empalmar con el Río Coro tuvieron salida al mar, pero los incontenibles médanos, finalmente terminaron imponiéndose tapando los causes. Andando de cacería con mi papá pude ver a la altura del barrio José Gregorio Hernández una gran quebrada de unos cuatro metros de profundidad que los médanos sepultaron.
Como se
puede ver no es una ni dos quebradas las que hacían El Pantano. Es importante
aclarar que la quebrada de Chávez y la quebrada de Coro, con cause y rumbo
definido hacia el sitio conocido como La Boca de El tanque, hoy vertedero de la
Laguna de oxidación, en lo absoluto
tienen algo que ver con El Pantano. Estas quebradas tampoco desembocaron
en el golfete de Coro. No hay señal alguna que lo demuestre. En el siglo pasado
nadie vio que esto sucediera y nadie lo verá. La Boca de Tanque, se
denominaba la laguna natural en la que al noroeste de la ciudad descargaban su
abundante caudal las quebradas de Coro y de Chávez. Es indudable que este sitio
debió ser ante y después de la colonia un lugar muy importante tanto para los
indígenas como para los españoles. Es muy probable que por los alrededores
de este sitio, estuviera enclavado algún un poblado de aborígenes pescadores
que hicieran uso de este recurso tan útil para el ser humano como es el agua.
De hecho existen testimonios escritos y orales que dan cuenta de la
existencia de hornos y restos de conchales de moluscos, que los Caquetíos
solían sacar del golfo o mar de sotavento, como lo llamaban los españoles.
Según documentos de la colonia en lugar existió un importante hato denominado
el Tendal. Testimonios más recientes emitidos por los entrevistados dan cuenta
de muchos puntos o sitio de crianza por los alrededores entre los que
se mencionan don Melchor, Camacho, Boca e Tura, El Jebe, El Atillo, El
Tendalito, lo cual es demostrativo de que la movilización humana por el sector
era significativa. Incluso hay documentos de la colonia donde se señala que
hacia esa parte hubo un asentamiento o una casa fuerte que pudo haber sido
mudada posteriormente al sitio donde hoy se encuentra la ciudad capital, que
funda Ambrosio Alfinger, y no Ampíes como erróneamente hoy se
afirma. Yo no tengo duda de que alrededor de ese gran almacenamiento
de agua que fue la Boca del Tanque pudo haber estado ese
sitio. De muchos es sabido que la gente de Coro, hasta no hace poco tenía
por costumbre acudir a los sitios de pesca por esa vía, sobre todos los
habitantes de Pantano Abajo, además de los cazadores y los que buscaban en el
monte la materia prima para construir las típicas casas de barro de la ciudad,
así como los cortadores de leña. Sin duda La Boca del Tanque fue un oasis en el
desierto para toda esa gente que paso por allí. En 1950 con la construcción de
las cloacas de la ciudad se acabó para siempre el oasis de los médanos, al
comenzar a caer en el sitio, las heces fecales de los corianos
Las hermanas Blanco.
Petra, Emilia y Sofia.
Una de las razones por la
que estas tierras de El Pantano fueron pobladas muy tardíamente fue por lo
difícil que resultaba vivir en tan cenagoso lugar, y otra razón fue
la propiedad de la tierra, que toda estaba en manos de herederos de
los colonizadores, de familias pudientes, comerciantes y hasta de influyentes
militares. El respeto por la propiedad ajena limitaba a la gente
pobre, de a pie, hacer vivienda por estos terrenos
Cuando esas tierras comenzaron a ser abandonadas, porque se morían los dueños o porque se mudaban a otros lugares, fue cuando mucha gente comenzó a tomar esos espacios. Entre 1900 a 1935 es cuando realmente comienza a la presión por buscar un sitio donde levantar un techo en Pantano.
Para el año 1950 El Pantano no estaba delimitado, era un solo pantano afirman los viejos pobladores. Fue la dinámica social y poblacional en desarrollo, la que fue demarcando y definiendo lo particular y característico de estos espacios sociales tal como se mencionan en el presente, Pantano Arriba, Pantano Abajo y Pantano Centro, a principio de 1960. En el marco de esa división territorial actual está enfocada esta propuesta para que se entienda mejor la particular evolución, desarrollo social y cultural de cada uno de estos poblamientos cuyo espacio común terminó siendo dividido por el tiempo y la historia.
El primer sector de El pantano que comenzó a poblarse fue el área del centro, cuyos El límites estaban comprendido entre las intercesiones de las calles Federación y Toledo, con la calle Norte. Es muy probable que en este suburbio estuviera la casa del Coronel Rivero donde se reunían los insurrectos que dieron inicio a la federación
Una referencia o testimonio acerca de esta afirmación es la siguiente: A finales del siglo XIX, el Señor Miguel Molina, estaba residenciado exactamente donde actualmente se encuentra el rectorado de la Universidad Francisco de Miranda, con cuya esposa engendró una pequeña familia de la que formaba parte Josefa Molina, la cual nació un 19 de marzo de 1888, la cual caso con Jesús Mora, siendo esta pareja los primeros en levantar una pequeña casa a la altura de la hoy calle Colina con Vuelvan caras. De esta unión nacen Carmen y Cecilia Mora a principio de 1906 y 1908 respectivamente.

Familia Mora
El coronel Reyes, de origen zuliano, fue una
persona muy humanitaria, siempre tenía las puerta de su casa abierta para los
amigos Estuvo al mando de la cárcel de Coro hasta su jubilación. En su casa se
hospedó muchísima gente venida de distintos lugares. Allí se
alojaron Santiago Polanco y María de la Paz de Polanco con su
nieto Perucho Gómez en 1930, cuando este tenía 7 años de edad. Allí
también llegó la abuela y la madre de Sigilfredo Crasto siendo una pequeña,
quien al quedar huérfana fue adoptada por una de las hijas del Coronel Reyes.
En este primer Pantano a la Altura del Hotel
Miranda vivieron un poco más acá en el tiempo la familia Hidalgo Rodríguez que
ya he mencionado, Salvador Zea,
Carlito García Abrahán Marín, y la familia Jara. Hipólita
Aular, tuvo una casita de barro donde queda Don Camilo. Antonio Toledo, Las
Señoritas Lola y Carmelina D`Lima, vivieron por la calle Toledo, la mayoría de
las casas en la manzana eran de Regino Chirinos. En el antiguo parque del
aeropuerto vivió Filomena, una señora muy apreciada por la calle Duvisi.
Por la esquina de la Norte con Toledo vivió Pancho
Colina un señor que mataba cochinos por donde desfilaban los
pantaneros para comprar chicharrón y el asiento para mojar la
arepa. Un poco más abajo vivían los esposos Rosillo Medina,
Concepción y Saturna
Las siguientes personas
ya vivían en el sector comprendido desde la calle Manaure hasta la calle Colina
a mediados de los treinta. Enrique Reyes, Mercedes Colina, Celia
González, Flora Sánchez, Jacinta Villa Clemencia Mora y Ceferino
Cumare, Juan Arévalo, Josefa y Manuel Gamero, María Luisa Arcaya,
Josefa García, Socorro Quero y Manuel Pachano, Carmen Guanipa,
Carmen Céspedes, Jorge Hernández, Jesús Sánchez y Doña Raimunda, María
Cupertina, José Inés Petit, Rómulo Andujar, Carmen Cortéz, Julia
Molleja, José Molina, Julián Crasto, y Mencho Cumare que fue dueño de La Casa
Azul, sitio donde inicialmente se vendían productos proveniente del
contrabando. Después se convirtió en un famoso
burdel. En una esquina de la calle Colina con Josefa Camejo estuvo
este sitio.
EMILIA RODRÍGUEZ
El primer grupo musical que los pantaneros conocieron
fue el que integraban Belarmino Navarro, José Molina, Rito Atienzo y Julio
Rosillo. La bandolina el cuatro, el acordeón y el violín eran los instrumentos
ejecutados por estos señores. Cuando Emilia Rodríguez cumplió ochenta años, fue
homenajeada por Belarmino con una composición que le dedicara, titulada, Los
Últimos Días de mi Vida. Estos músicos fueron los primeros cultores de El
Pantano Centro,
LA ELECTRICIDAD
Cuando todos los habitantes de El Pantano, dependiendo de sus posibilidades económicas se alumbraban por las noches con lámparas de gasolina o de Kerosén, los más pobres lo hacían con aquella lamparita de kerosen que se hacía con potecitos de cerveza, con los cuales mucha gente se quemaba o sufría por lo inseguro que era su manipulación.
En la granja de Jurado llegaba un tendido eléctrico proveniente de aquella primera planta eléctrica que instalaron los D´Lima en la calle El Sol y que administraba Federico Obediente.
En 1940 lo que hoy se conoce como el Parque Manaure era iluminado con lámparas de carburo, las cuales encendía, Chango Estekman.
LAS BODEGAS EN PANATANO CENTRO
Las primeras bodegas de
El Pantano fueron las de Mariano Medina y Belarmino Navarro, las
cuales estuvieron ubicadas en la calle Manaure con Norte, por el mismo sector
estuvo la de Félix Hernández y entre la Toledo con Norte estuvo la
de Tomás Quintero. Un poco más arriba estaban las de Gumersindo Guare y
Juan Arévalo en la calle Colina con Urdaneta, también tenían bodega por allí
Hermenegildo Revilla y las hermanas Morón, en la Colina con Zamora.
También tuvo bodega en este sector Miguel Arias, en la esquina de la calle Norte con González, en una casa propiedad de Bartolo Garcés. En esa esquina Miguel alquilaba bicicletas a dos bolívares la hora. Ya después en sociedad con Pedro Colina alquilaba rústicos Jeep. Según Juan Hurtado la primera actividad comercial de Miguel Arias cuando llegó de Barquisimeto era comprar botellas la cuales Vendía a Napoleón Ramírez en la calle Churuguara con González. Otra bodega en este sector fue La Pelota de Barro de Cayo Hernández.
Un capítulo aparte merece el tambor por ser una manifestación
muy coriana que nos viene de los ancestros africanos. El repique del tambor
como expresión autóctona coriana data desde tiempo de la colonia y en ningún
caso debe relacionarse con rebeldía de esclavos como se pretende hacer creer ya
que era una práctica propia de negros libres de los cuales había en Coro unos
11 mil cuando sucedió el alzamiento de José Leonardo en la sierra
falconiana. El tambú tal como se tocaba en Coro jamás se tocó ni
bailó en la sierra. A los negros de la sierra, por su condición de esclavos la
mayoría, le pasó lo mismo que a los negros estadounidenses a los cuales sus
amos no le permitían la ejecución de ese golpe frenéticos que se practicaba con
más libertad en la ciudad y en las costas cercanas de La Vela y
Cumarebo. Es necesario tener en cuenta que en razón de esa libertad que tenían
los negros de Coro, es que la manifestación se hace cultura en todas las
barriadas de la periferia capitalina. Quiero decir con esto que el tambú no es
exclusivo de ninguna zona en particular de la ciudad esto se puede apreciar la
reseña siguiente: El personaje más emblemático como representativo de este
oficio cultural que llamamos tambor, fue
una negra curazoleña llamada María Chiquitín, una persona muy menudita de
grácil figura que como todos los corianos de entonces los primeros de
diciembre hasta el día reyes se lazaban a celebrar con gran emoción dichas
festividades. Entre esos viejos tamboreros estaban Panchón Faneite, Bernardina
Faneite, Victoriano Gutiérrez, Chindo Páez, Rubén Ventura, Lorenzo y
Nicolás Stekman. No es cierta que fuera María Chiquitín la primera
en hacerlo ni la única. Entonces no se hablaba de tambor coriano. Revelador de
esta verdad es la prohibición municipal de 1903 la cual consideraba que dicha
práctica atentaba contra la moral ciudadana.
En El Pantano también se
tocaba el tambú. En las proximidades de las fiestas navideñas eran muchas las
familias que desempolvaban los tambores y arrequintaban los cueros
para la noche mágica del primero de diciembre y todos los demás días, hasta
el mes de enero en que se celebraba el día del Comerciante y el día de Los
Reyes. Entonces el que no tenía un tambor lo repicaba con un tobo o una lata
cualquiera. En El Pantano repicaron el tambor; Josefa Mora, Yule Pontiles, la
familia Castro, Susana y sus hijos Pedro, Simón y Francisco, Chicho Zavala,
Pedro Urbina, Cornelio González, Crisanto Rosillo, Arquímedes Chirinos, Agustín
Marques, José García, mejor conocido como Cueche, Dindin González, El
buche y el inolvidable Américo Damas. Los hermanos Tellería acompañaban a los
tamboreros del Pantano con cuatro y guitarra
En Chinpire repicaban el tambor una familia de
apellido Jansen o Yansen, y otra familia a quienes llamaban las Minche. Mi
madre me contó una anécdota de una familia muy parrandera a quien se le murió
un familiar un 24 de diciembre y que escondieron el difunto por unos días
mientras pasaban las fiestas de navidad.
Llama la atención, que
quien lleva el tambor a la familia Camacho, en Curazaito haya sido Miguel Lugo,
el cual aprendió el oficio de Yule Pontiles, en el barrio Chimpire. Por cierto
que Yule vivió primero en El Pantano, por la cercanía de lo que hoy se conoce
como El Poliformativo, donde funcionó la Escuela Juan Bautista Barrio
Es importante hacer notar que quien realmente impulsa
la recuperación de esta manifestación es Miguel Lugo, cuando el tambor ya había
decaído. En todo caso la labor de Olga Camacho es haber mantenido
viva la tradición aun que ya no con las mismas características del principio.
Yo pienso que Miguel Lugo tiene el Mérito de ser quien primero institucionaliza
y organiza un grupo de tambor. Esa iniciativa es un mérito
inobjetable de Miguel Lugo.
HISTORIA DEL BEISBOL EN EL PANTANO
Según Sigilfredo Crasto,
en el viejo Pantano se jugaba béisbol en el llano donde después
se construyó la plaza José Mercedes Santeliz y otro llano
que estuvo entre la calle González con Manaure. En estos
sitios jugaban Arístides Beaujon, Federico Torres, Carlos Arión, Alí Galíndez,
Raimundo Leen y el propio Sigilfredo.
Pero el más importante y
famoso campo de juego fue sin duda alguna El Tanque de los Díaz. El béisbol que
se practicaba entonces era un juego básicamente recreativo como decimos en
criollo, caimaneras en las que casi siempre estaba de por medio el beneficio
personal de los jugadores o de los organizadores. Estos encuentros se
realizaban los fines de semana, en principio con peloteros de la localidad.
Posteriormente vinieron los intercambios con equipos de Pantano Abajo, Cabudare,
Bobare, y Las Panelas. Otro campo de Juego de aquella época
fue un llano propiedad de la empresa Pepsi Cola, donde posteriormente se construyó
la embotelladora de la referida empresa y posteriormente el Terminal de
Pasajero.


Mientras los más adultos
practicaban y realizaban sus competencias una muchachada mucho más joven
acudían al llano para aprender las destrezas de aquellos iniciadores del
béisbol en el pantano. Entre esos muchachos se encontraban Federico
Reyes, Teodoro Zea, Pedro León Ugarte(Pollón), Teofilo y Pedro Garcés, Ricardo
Hernández (Cayo), Teodoro y Cecilio Zea, Daniel, (Nucho), Rubén, e Israel
Crasto (Ranche), Antonio Rosillo (Caballito), Mundo y Placido Colina, Néstor
Dávila, Benito Alvarado, Teto Colina y Néstor Yarí, entre otros
El Tanque de Los Díaz fue escenarios de aquel béisbol de “grandes ligas” que se jugaba en Falcón una especie de béisbol profesional que promovían las empresas regionales. Decimos que era una categoría profesional porque los peloteros si no cobraban por jugar, trabajaban en las empresas promotoras.
En ese entonces el campo
de juego estaba en la Av. Paraguána hoy calle Duvisí. El home estaba
exactamente donde actualmente funciona Panadería La Nuevas 2000, y
se bateaba en sentido este oeste.
Los campeonatos en el Tanque de los Díaz eran una fiesta. Las hermosas muchachas de El Pantano engalanaban con su presencia aquellos juegos que era el pasatiempo preferido de los pantaneros. Entre esas chicas estaban Luisa Hernández, Dominga Perozo, Carmen Petit, Eva Mora y Guadalupe Acosta, Ramona y Silvia Molina, Débora y Josefina Gómez, Hilda, y Guadalupe Acosta, Chelita Marín, Petra Morón entre otras, .las cuales acudían junta a admirar sus ídolos. Nada Mal le fue a Luisa Hernández pues en ese rió revueltos de peloteros hizo buena pesca, terminó empatándose con una estrella inmortal de nuestro béisbol, nada más y nada menos que Juan Ramón Quero (Cumarebito). Era tal el fanatismo por el béisbol que los peloteros, los seguidores del equipo y las madrinas se iban a pie, hasta el campo de competencia
Salomón Perozo Comenzó a jugar béisbol en Pantano Abajo, fueron sus compañeros de entonces Antonio Pimentel, Camilo Chica y Jesús Dorante, allí competían con equipos de las panelas. Pero fue en Pantano Arriba donde fue contactado para jugar béisbol organizado, en la categoría juvenil con el equipo de Mr. Macklin “Coro Star” fueron jugadores de dicho equipo Ángel Perozo, Antonio Salcedo, José Guanipa (Cubita), Nicolás Perozo y Emilio Tellería entre otros. Entre los rivales de entonces estaban los equipos “Ron Don Simón” y “Ron Carlin”, propiedad de Miguel Arias.
En una categoría que llamaban “semiprofe” jugó para el Batallón Girardot en el año 1949, los equipos eran reforzados con peloteros profesionales venidos de otras latitudes de nuestra geografía. Criollos de San Antonio, Nichol Cola, El Volante y el Deportivo Las piedras Batallaron por varios meses los sábados y domingo por un título que ganaría el Batallón Girardot. Los Juegos se realizaban en el Estadio Héctor Ruiz, propiedad de Pedro Manuel Hidalgo quien fuera también dueño del Vuelvancaras. Algunos de los profesionales que estuvieron por estos lados fueron Martín Carrasquel, Hernán Sánchez Emerito Silva, El Mocho Garcés, y Chocolate Fernández entre otros
El año 52 Salomón viaja a Punto Fijo a uniformarse con el equipo Los Cardenales de Carirubana, de Angelucho Maitines. En ese campeonato participaron también, La Ford de Víctor Leañez y el Santa Rosa de Caja de Agua, entre otros. Una camada de buenos peloteros desfilaron en ese campeonato, fueron ellos: Ñeño y Columbo González, Emilio Ratón Vargas y Tata Amaya, casi nada.
Salomón también jugó pelota en Curazao con el deportivo Venezuela enfrentándose a peloteros Norteamericanos y dominicanos del Lucky Strike y el Quisqueya
SIGILFREDO CRASTRO
Sigilfredo nació en El
Pantano en el hogar que constituyeron Petra Ramona Roque y Julián
Crasto, celador de salina. Por cierto que su nacimiento
ocurrió en la casa de Estefana Hurtado, abuela de los Garcés y los
Zea, porque allí se quedaba cuando su esposo estaba en la salina.
La madre de Sigilfredo,
Petra, llegó a Coro siendo muy niña procedente de Mitare con su
madre Antonia Quero y dos hermanitos más. Tras la muerte de la
Señora Antonia, Petra queda al cuidado de Juanita Reyes, quien la
adoptó
Desde muy temprana edad se dedicó al trabajo con su padre que era zapatero, también trabajó como dependiente en el negocio de Ulises Sirit, en la funeraria de su tío Alejandro Crasto como Carpintero, haciendo Urnas. También trabajo en la American All Cables And Radio Ync, como Operador de comunicación, así mismo le hacía transporte a Máximo Pulgar buscando la Cerveza Caracas, en Punto Fijo.
Sigilfredo es un artista de la composición, tiene un talento natural para manejar la rima y la prosa en la composición de sus canciones. Mucha son las piezas musicales que escribió. Mi papa, Lorenzo Telleria, solía cantar sus canciones. En una ocasión que lo entreviste para este trabajo, me comentó que poseía una libreta con sus composiciones, las cuales al parecer se extravió después de su deceso, porque sus hijos no saben dónde está. Mujer sin alma es una de sus piezas musicales más conocida por los pantaneros
Estos son algunos
fragmentos de su obra:
Entre rejas me encuentro
solitario
Sin tener un amor que vea
por mi
No sé si porque soy un
presidiario
Que ni mi madre se
acuerda de mí.
Ni un amigo ha venido a visitarme
De esos amigos que viven
feliz
Ni un amigo ha venido a consolarme,
Sin amigo y sin mi madre
estoy aquí.
Madre, madre que me quisiste,
Porque te olvidas de mí
A Pepe Lupe le dedicó unos versos el día de su muerte. Este es el único que pudo recordar.
A mí me dio un sentimiento
Me dio un sentimiento
Cuando de tu muerte supe
¿Por qué te vas Pepe Lupe
Y dejas las uvas del
tiempo?
Herna me gusto mucho la reseña Historica del Pantano de Coro, sobre todo la del beisbol en esa zona, ¿En que año se inicio? tu en tu reseña das 1949, sera esa la epoca mas antigua
ResponderEliminarNo hay una más antigua sobre todo del Béisbol organizado. Cuando la tenga a la mano te la hago llegar. gracia.
ResponderEliminarMuy buena la reseña creo que es lo mejor que he visto de la historia coriana.. Hernan habian unos muchachos (ahora viejos jejejej) Que eran de la Roosvelt y otros de la calle Milagro que tambien jugaron pelota en esos años tendras algo x ahi? no recuerdo el año exactamente ni los nombres preciso entre ellos (Caguao, Banche, Careto) creo que jugaron tambien en el equipo del Mop, tambien hicieron pelota en santa Rita..
ResponderEliminarQue tal Yericos.ahora escuando veo tu comentario. Pues la verdad no tengo informacion al respecto pero la buscaré. En el Pantano Abajo entrevisté a Tan Chica que mucho sabia de este tema ya falleció. Por alli esta Salomon Perozo con casi 90 años que vivio en el Pantan. voy a Preguntarle.Gracias por tu comentario.
EliminarMe gusta mucho este blog. Información vital y de gran interés para quienes hacemos vida en Pantano Abajo. Me gustaría saber las fuentes bibliográficas de esta información. Muchas gracias. Felicidades por el trabajo.
ResponderEliminarHola Ruth. La fuente bibliografica como tal no exste por cuanto son recuerdos que guardaban los libros viviventes entrevistados, cuyos nombres estan incluidos en la propia historia.
EliminarExcelente aporte a la sociedad de lectores e investigadores de mi coro querido.
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